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La Llamada. Capítulo 12.



Gómez entró en su habitación. Estaba cansado por el viaje y tenía un ligero dolor de cabeza por todo lo que había pasado. Se sacó la chaqueta y la dejó sobre la silla que quedaba cerca de la cama. La habitación era amplia con una alfombra que ocupaba la mayoría del suelo y unas cortinas de color beis. Parecía la habitación de un hotel. Se acercó a la cortina y la apartó esperando ver la calle, pero no había ventana. Sólo era parte de la decoración. 

-Vaya... -murmuró decepcionado-.

Se acercó a la silla y sacó el móvil de la chaqueta. Miró la pantalla con la intención de llamar a Carla. No había cobertura. Con el móvil en la mano, se dejó caer sobre la cama.

-Espero que estén bien -dijo pasando la mano por la cara-. 

La fatiga hacía estragos en su estado de ánimo. 

En ese momento oyó que la puerta se abría. Extrañado, se giró a mirar.

-¡Ma...Mamen! -balbuceó sin poder creer lo que veía-.

Mamen entró en la habitación. Estaba acostumbrado a verla con sus pantalones anchos, el pelo recogido y esos andares tan masculinos que solo ella tenía, pero la que entró no era la Mamen que él conocía. 

Se acercó hasta la cama donde estaba él y sonrió soltando la melena que cayó sobre sus hombros. Gómez se incorporó.

-Pero ¿qué haces así vestida? -dijo perplejo de comprobar el cuerpo que escondían aquellos trajes tan poco agraciados que siempre llevaba-.

Desvió la vista hacia el espejo que quedaba cerca de la silla y se observó a sí misma. Vestía un pantalón ajustado de color negro con unas botas de tacón alto. Su pecho se podía intuir gracias al generoso escote que lucía con una camisa ceñida y llevaba un cinturón bajo que terminaba de culminar el modelo. Subió la mirada y movió su cintura para comprobar que el cinturón estuviera bien colocado.

-Ya estaba harta de ser lo que no era... -murmuró clavando su mirada en la de él-.

Gómez se sintió incómodo y apartó la vista. 
-Mi querido Luis -dijo melosa acercándose a él-. 
Por instinto, dio un paso atrás. Pero ella se acercó más aún. Alargó la mano y acarició su mejilla, acercándose tanto que su cuerpo rozó su brazo. Luis dio un respingo.
-¡Por el amor de dios, Mamen! ¡¿Qué coño haces?!
-Venga, sargento, no me negará que le ha sorprendido de manera grata mi nuevo “look” -dijo sonriendo con picardía-.

¡Ni siquiera hablaba como normalmente lo hacía! Gómez se sonrojó.
-Déjate de bobadas y vuelve a tu habitación, que quiero descansar -dijo nervioso, encaminándose hacia la puerta-. 

Al pasar junto a ella, Mamen le empujó haciéndole caer sobre la cama. Apenas se había levantado cuando se colocó sobre él y acercó sus labios a los suyos, paseando la lengua con suavidad por ellos e introduciéndola en su boca. Luis se sonrojó como nunca antes y se dejó llevar. Alargó la mano y la acercó hacia la estrecha cintura de su compañera. Pero la imagen de Carla apareció en su memoria. La apartó de un empujón y se puso en pie respirando agitado.
-¿Pero qué te pasa? ¡Joder! ¡Estoy casado! ¡¿O es que no te acuerdas?!

-Ya me sale con la mujercita -contestó irritada sentándose en el borde de la cama, cruzando las piernas y apoyándose en un codo, sobre la rodilla-. 
Le miró un instante que le pareció eterno y suspiró. Se puso en pie.
-No me vas a dejar opción, ¿verdad? -se le quedó mirando un instante sin decir palabra, mirándole de arriba a abajo-. He de decir que siempre me has gustado. Ese aire tan masculino... mmm... -dijo mordiéndose el labio inferior-. Y tan inocente...

-Por el amor de dios, Mamen -dijo Gómez separándose de ella-. ¿Se puede saber a qué coño viene esto?

-¿Me tiene miedo, sargento? -rió al ver cómo la rehuía-. 

Sacó algo del escote y, sin esperarlo, se abrazó a él. Luis la cogió por los brazos para separarla cuando notó una pequeña punzada en el cuello. La soltó y puso la mano en la zona dolorida.
-¿Qué has hecho?
-Mi querido Luis, eres tan ingenuo que nunca sospechaste de mí, ¿verdad? 

Gómez la miró desorientado. Empezó a sentir un ligero mareo y se acercó a la cama, sujetándose para no caer.

-¿Qué... qué me has hecho?

-Mi señor me envió a la comisaría para evitar que algún inepto se acercara a nosotros. Pero nunca pensé que me volvería loca por ti. 

Sus piernas no sujetaron su peso y cayó al suelo, arrastrando parte de la colcha con él.

-Esa estúpida a la que tanto quieres no se merece a alguien como tú -se agachó junto a él y cogió su mano. La colocó en su mejilla y la hizo bajar por el cuello hasta colocarla sobre su pecho-. Seguro que hace años que no tocas una piel tan suave...
-Apártate... apártate de mí... -dijo apartando la mano y cerrando un ojo para poder enfocar su visión-.

-Qué terco eres... -dijo antes de besarle en los labios-.

Mamen se puso en pie y guardó la jeringuilla. Antes de salir por la puerta se giró hacia él.

-Cuando despierten a nuestro ángel, por fin serás mío. Y esa furcia de Carla tendrá lo que se merece.
Salió con decisión y cerró la puerta de un portazo. Gómez se intentó poner en pie. Estaba confuso. Las palabras de Mamen le llegaron distorsionadas y apenas consiguió entender lo que decía. Pero de algo estaba seguro. Le había traicionado. Perdió el equilibrio y volvió a caer al suelo.  Empezó a sentir cómo sus párpados pesaban cada vez más. Hasta que la oscuridad le invadió.

Mamen cruzó los pasillos con rapidez mirando en cada esquina para no ser vista. En una de ellas se detuvo a inspeccionar. Al fondo se veía la puerta que daba al despacho de De Molay. Había un soldado en la puerta. Miró a ambos lados y salió a su encuentro. Al verla venir, el hombre tragó saliva y la miró de arriba a abajo con sorpresa.
-Soldado -dijo golpeando su nariz con cierto coqueteo-. No me mire así, que me va a incomodar... 

El soldado tosió para disimular.
-¿Tiene la clave? -le dijo-.

El hombre miró a un lado y a otro y le entregó un pequeño trozo de papel. 

-Bien hecho -dijo Mamen cogiéndolo-
Antes de que ésta entrara en el despacho, el soldado la sujetó por el brazo.

-¿Te acordarás de nuestro trato, verdad?

Ella le miró condescendiente.

-Yo misma me encargaré de que, en el nuevo mundo, el asesino de tu hijo lo pague -bajó ligeramente la cabeza y añadió con frialdad-. Y muy caro. 

El soldado respiró con cierto alivio y la dejó marchar. Mamen cerró la puerta y se acercó a la caja fuerte que vio mientras estuvo con Alyssa y los demás. 

-Sois demasiado confiados -murmuró con una sonrisa en los labios al ver la caja fuerte, bastante rudimentaria-. Me imagino que no pensabais que alguien de dentro os pudiera traicionar, ¿eh?
Cogió el pergamino y lo guardó en el porta-documentos que colgó a su espalda. Salió sin despedirse y subió las escaleras hacia la azotea desde donde se lanzó sin dudarlo ni un segundo. Un pequeño dron, negro como el azabache, la esperaba. Cayó sobre él. Se ató al cinturón la correa que pendía de uno de los lados y éste se alejó despacio y sin hacer ruido del edificio. Sobrevolaron el cielo nocturno sin ser detectados por los radares de la sede. Llegaron a un viejo almacén abandonado y se soltó del dron. Bajó de un salto y, mientras se dirigía hacia un vehículo negro con un hombre trajeado apoyado en la puerta del conductor con los brazos cruzados sobre el pecho, sacó su móvil y marcó un número de teléfono.

Mientras tanto, en un viejo castillo de Edimburgo, una reunión daba comienzo. 

Sánchez, el superior de Gómez, bajó del vehículo y se subió el cuello de su gabardina.
-Maldito tiempo... -murmuró-.

-Vamos, Señor -dijo el supuesto agente de la interpol, el Sr. Smith, abriendo un paraguas negro-. Nos están esperando.

Sánchez se colocó junto a él y ambos se encaminaron por el camino de grava hacia la entrada. Subieron las escaleras que daban acceso a la casa y llamaron al timbre con insistencia. Un hombre vestido de uniforme apareció tras la puerta.

-Les estábamos esperando, señores -dijo el mayordomo indicándoles con la mano que pasaran y realizando una reverencia-.

El hall era amplio y separaba las dos alas del castillo. El mayordomo se dirigió hacia la derecha y abrió las puertas de una amplia sala. 

-El Señor Sánchez y el Señor Smith -anunció-. 

Una mesa ovalada de madera de roble ocupaba el centro de la sala, rodeada con muebles y estanterías repletos de libros antiguos y pequeñas obras de arte. Y sentados a la mesa, diez hombres trajeados, con aspecto de lords de la antigua bretaña, les observaron en silencio. Sánchez y Smith se dirigieron hacia los dos asientos que quedaban vacíos y se sentaron. El hombre que presidía la mesa, justo frente a una enorme chimenea, encima de la cual había una pintura al óleo de ese mismo hombre, se incorporó.

-Les estábamos esperando -dijo haciendo un gesto a la sirvienta para que les sirviera un té-. Bienvenidos a mi humilde hogar.

-Humilde -murmuró Sánchez algo incómodo-. Sobretodo humilde...

-Justo en estos momentos estábamos hablando de su misión, Sr. Sánchez. ¿Hay noticias desde San Martín?

Sánchez se reclinó sobre la silla de terciopelo verde oliva y apoyó los brazos sobre los reposa-brazos.

-Tal como le dije en su momento, la caverna del sepulcro está bajo nuestro control. No debe preocuparse por eso.

-Eso dice usted -le interrumpió un tipo con gafas y vestido con un refinado traje escocés-. Pero hemos oído que unos intrusos llegaron a ella.

Sánchez se removió inquieto y le echó una mirada fugaz a Smith.
-Cierto. Pero el asunto está zanjado. No deben preocuparse por eso. Y ahora, por favor, continúen con la reunión.

Un pequeño murmullo se extendió por la sala. El dueño de la casa, Lord Michaels, les escuchó en silencio. Poco a poco, los comensales comenzaron a bajar el tono de sus voces hasta que el silencio reinó de nuevo.

-Bien. Continuemos.

La reunión se alargó durante un par de horas antes de que pararan para realizar un pequeño descanso. Muchos de los presentes se incorporaron y se dirigieron hacia una sala contigua donde se sentaron a fumar mientras tomaban un pequeño tentenpié. Smith se acercó a Sánchez y se sentó a su lado. 

-Señor -dijo en voz baja mirando de vez en cuando a su alrededor-. ¿Está seguro de que hemos hecho lo correcto?

Le miró sorprendido por la pregunta y respiró hondo cruzando los dedos sobre la mesa.

-Este mundo está podrido, Smith. No hay lugar para la esperanza... -dijo en voz baja-. ¿Acaso crees que no me he hecho esa misma pregunta miles de veces? 

Smith miró a su viejo amigo. Tenía los ojos hundidos.

-Es la única manera de hacer borrón y cuenta nueva.

El teléfono que guardaba en el bolsillo interior de su americana empezó a vibrar. Metió la mano y lo sacó mirando la pantalla antes de contestar.

-Sánchez al habla -dijo recuperando la contundencia de su voz-. ¿Quién es?

-Mi Señor. Tengo el manuscrito.

Una leve sonrisa apareció en su rostro. Se puso en pie y buscó a Lord Michaels. Éste le devolvió la mirada.

-Tenemos el manuscrito.

-¡Bien! -exclamó visiblemente emocionado-. ¡Vamos! ¡Hay que ponerse en marcha!

Sánchez se dirigió hacia la ventana.

-Mamen -dijo en voz baja-. ¿Y Gómez?

-No debe preocuparse por él, Señor.

-¿No le habrás...? -no pudo terminar la frase-. 

-Descuide, Señor. Si intenta interferir sé dónde están su mujer y su hija -Mamen apretó el puño que tenía libre al pensar en ellas-. No moverá un dedo. Se lo puedo asegurar.

-Perfecto. Ya sabes lo que hay que hacer.

-Claro Señor.

Sánchez cortó la llamada. Abrió una de las cortinas y elevó la vista hacia el cielo nublado. 


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Obra registrada a nombre de Carmen de Loma en SafeCreative.



Comentarios

  1. Se puso un poco caliente la cosa entre Mamen y Gómez, je, je, je. Vaya giro, aunque me la venía venir más adelante. Eso sí me sorprendió. Y ahora los malos tienen lo que querían... ¿O serán los buenos? No son malos... ¿O no? Lo son... a menos que.... ¡Aaaaaaaaaahhhhhhhhh! ¡Qué confusión! Je, je, je.

    Buen capítulo. Les está quedando bonita esta historia. ¡Felicitaciones! ¡Saludos!

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    1. ¡Hola Nahuel!
      La verdad es que a mi me ha dado pena este capítulo, Mamen era un personaje que había cogido cariño... pero la historia debía avanzar y solo se me ocurrió de esta forma...
      Jejeje vaya lío que tienes!! Pero yo no te digo nada ;) Ya se desvelará. Y no creo que tarde mucho. La cosa se acerca al final XD
      ¡Saludos! ^^

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  2. Vaya tela marinera. Menuda sorpresa con la ayudante de Gomez y ademas nos ha resultado no ser una mosquita muerta.!! Mujeres!!! Ni se me ocurre pensar que como dices, el final esta cerca, con el lio que estais montando. Felicitaciones por el capitulo.

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    1. Jajajaja A ver qué vas a decir de las mujeres, que muerdo, eh?? XD
      Hombre, poco a poco, pero el final se acerca. ¡Hay que salvar el mundo!
      ¡¡¡Gracias por pasarte!!! :)

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  3. Vaya, menudo giro. Sinceramente, no lo vi venir. ¡Con muchas ganas de saber cómo continúa!

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    1. ¡ Hola Aio! Lo cierto es que yo tampoco... jejeje Pero así van saliendo las cosas.
      ¡Mil gracias por tu comentario!
      ¡Saludos!

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  4. mira que giro dio en este capitulo, como que Memen ahora es la traidora, eso no me lo esperaba!. ni modo. ahora si tengo que dejar la lectura por un rato, pero yo creo que mañana si termino! ¡Buena Tarde!

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    1. Ufff, este capítulo, es verdad, en este Mamen se destapa jeje ¡Es una mala malísima! Nos pareció interesante que uno de ellos fuera un infiltrado, y ella tenía todas las papeletas ;)

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